Tú serías capaz de enfrentarte a la muerte
mujer sin amor, abandonada a tu suerte
con las manos vacías, y serías capaz
de arrastrarme a tu abismo de gloria fugaz.
Como el sol que despliega en el cielo su manto
tú prodigas ardor, pero en ti es sólo encanto
de perfumes y joyas que extingue la luz
del amor verdadero, los brazos en cruz.
¡Oh, sirena letal donde anida el engaño!
Al oír tu llamada en mi cuerpo un extraño
fluir, como un brebaje de arsénico y miel
me convierte en tu esclavo, ¡en tu siervo más fiel!
Y heme ahora enredado en tu tela de araña
polilla nocturna que una lámpara engaña
consumido mi sueño por tu hambre voraz
imitando, en tus brazos, de un muerto la paz.