Se enamoró de mis baladas suburbiales
Igual que se enamoran
las miopes abogadas defensoras
De abyectos criminales.
Lejos de mí colgarme agravios y medallas,
Resabios y baipases,
ella tenía marido, morbo, clase,
yo un corazón canalla.
Hubo de todo: risas, duelos y querellas,
caricias, disparates,
hasta la luna en los escaparates
me engañaba con ella.
Pero antes del después de los despueses,
haciendo eses,
aprendí a maldecir el deber
y a sentir sin saber
lo que nadie sabía,
si pequé nunca me arrepentí,
guardo un maravedí
de carmín todavía.
Agonía, garrafón,
noche indigesta,
a veces amanecía
por detrás del botellón
y de la siesta,
confieso que merecían
tus besos una canción
mejor que esta.
Fue más urgente el aguardiente del mañana
que el pan caliente de hoy,
cuando el contestador dijo no estoy
bajamos la persiana.
Bendito infierno la pasión según el Gabo
oxida y envejece,
cobra vida en invierno y amanece
con cuernos y sin rabo.
Ningún traidor le fue con furcios al marido
profanando lo nuestro,
el trabajo más sucio y más siniestro
fue cosa del olvido.
Peor es que después de los despueses,
haciendo eses,
maquillé mi afición a llorar
solo en el muladar
apilando despojos.
Ni siquiera recuerdo el dolor
que borró un ascensor
del color de sus ojos.
Ducha fría, resacón
y fin de fiesta,
A veces amanecía
por detrás del malecón
y las orquestas,
confieso que merecían
tus besos una canción
mejor que esta.